Por mucho tiempo, la humanidad vivió aterrada por los eclipses. La
desaparición del sol parecía ser un castigo de los Dioses.
Pero un día nos cuestionamos si en realidad eran señales del fin del mundo,
y empezamos a buscar otras explicaciones.
Poco a poco descubrimos que podíamos usar los eclipses para descifrar
grandes misterios: desde la forma de la Tierra hasta comprobar la Teoría de la
Relatividad de Einstein.
A partir de que elegimos estudiarlos en vez de temerlos, cada eclipse ha
sido una oportunidad para entender mejor al sol, la Tierra, y nuestro lugar en
el universo…
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