No mueren así en la naturaleza. Suelen morir devoradas por animales
pequeños. Y si llegan a morir de viejas, acaban descomponiéndose en el suelo.
Viven de 1 a 3 años. La situación cambia cuando mueren en un ambiente
artificial, porque las superficies son más lisas y resbaladizas. Por su dorso
redondeado, 3 pares de patas largas y un centro de gravedad relativamente
elevado, cuando resbalan les resulta muy difícil girarse otra vez.
Además, al usar insecticida se daña su sistema nervioso, pierde
coordinación muscular y cae boca arriba sin poder voltear.
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