¿Hay algo
más sencillo que preparar un café?
"No", piensas, aunque luego le das
una vuelta y recuerdas que todo el mundo siempre que el café preparas
"sabe mal".
En lo que viene siendo el café de casa es fácil caer
en inercias que convierte la taza de café de por la mañana en un
brebaje infumable. Y la culpa es toda tuya. Si no nos crees, atento
Torrefacto, no.
Tueste natural, sí.
Un buen café es responsabilidad de la calidad.
Si puedes,
cómpralo en grano y muélelo en casa.
Si lo tomas recién molido, podrás apreciar
mucho mejor el sabor y el aroma.
Guárdalo siempre
en un lugar fresco y seco.
Despensa o Armario son las
mejores opciones siempre que no se encuentren cerca de ninguna fuente de calor.
Prénsalo.
El café ha de estar apretado para que
encuentrre su mejor versión. No basta solo con alisar la superficie con la
cuchara. Se trata de hacer presión para que el agua tarde más en impregnarlo y
el resultado sea una bebida con más cuerpo.
En cuanto haya
subido, quítalo del fuego.
Hay que estar ahí al pendiente para
quitarlo del fuego cuando empieza el característico borboteo. De lo contrario,
el café hierve y se estropea.
Remuévelo con una
cuchara.
Al removerlo en el sentido de
las agujas del reloj, hacemos que el líquido se haga más homogéneo y que la
concentración de café sea la misma en todas las tazas.
Lava bien la
cafetera después de usarla.
No basta con echarles un poco de agua, sino que hay que
lavarlas a conciencia. De esa manera evitaremos que se queden posos o restos de
café que pueden modificar el sabor del siguiente que preparemos.
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