Esta hermosa leyenda cuenta la historia de
amor de dos jóvenes Aztecas, Xóchitl y Huitzilin así
como la leyenda sobre la flor de Cempasúchil.
El romance de estos dos jóvenes comenzó
cuando aún eran pequeños. Siendo niños se divertían jugando juntos y
disfrutando de los alrededores de su pueblo. Con el tiempo, fue natural que
entre ellos un gran amor floreciera.
Cuentan que todas las tardes subían a lo alto
de la montaña a llevarle flores a Tonatiuh, el
dios sol, él parecía sonreírles desde las alturas ante la ofrenda de los
enamorados, y ellos juraron amarse por siempre, incluso más allá de la muerte.
Un día llegó la guerra y los amantes tuvieron
que separarse ya que el joven Huitzilin tuvo que marchar a luchar.
Tristemente al poco tiempo llegaron noticias
de que Huitzilin había sido herido y finalmente muerto.
La bella Xóchitl sintió que su corazón se quebraba de
dolor.
Decidió subir por última vez a la montaña
para implorarle a Tonatiuh, el
dios sol, que la uniera por siempre con su amor. El sol conmovido lanzo uno de
sus rayos y al tocar a la joven la convirtió en una hermosa flor, de colores
tan intensos como los mismos rayos del sol.
Al poco tiempo llegó un colibrí que amoroso
se posó en el centro de la flor.
Era Huitzilin que se había transformado en un bello
colibrí. Al instante la flor se abrió en 20 pétalos, de aroma intenso y
misterioso… Los enamorados estarían siempre unidos mientras existieran flores
de cempasúchil y colibríes.
Es así como nació la flor de cempasúchil,
la flor de muertos.
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