Aunque
actualmente existen muchas formas, la alcancía tradicional que muchos tuvimos
en nuestra infancia tiene forma de “cerdito”. Aunque no lo creas, esta
tradición se extiende a muchas partes del mundo, y la razón por la que esta
forma predomina es, además de curiosa, un ejemplo de cómo la historia puede
distorsionarse gracias al lenguaje.
Debemos volver a
la Edad Media, a la zona de Gran Bretaña. Los países de habla inglesa, mucho
antes de la existencia de los bancos. En ese entonces, la forma en que muchos
guardaban sus ahorros, era utilizando unos recipientes de arcilla en la que
colocaban algunas monedas para resguardarlas.
El material de
estos recipientes (con forma de maceta), era una arcilla anaranjada de bajo
costo que en las zonas mencionadas era llamaba “Pygg”, muy parecido a la
palabra “pig”, que quiere decir cerdo en inglés.
Este recipiente
era llamado maceta Pygg, que se pronunciaba –en ese entonces- “pug”, de acuerdo
al inglés imperante en la época. Con el paso del tiempo, la pronunciación de la
palabra se acercó cada vez más a aquella con la que llamaban al animal, hasta
que gradualmente olvidaron la razón por la que en un principio, el recipiente
se llamaba pygg (el nombre de la arcilla con que la fabricaban).
Se dice que en el
siglo XIX, la moda de guardar el dinero en recipientes seguía de moda en los
países de habla inglesa, y que algunos artesanos recibieron el pedido de un
comerciante de realizar Pyggpots, es decir recipientes de Pygg (por el material
de arcilla).
Debido a la
evolución del lenguaje –y quizá a su desconocimiento de la historia, la
pronunciación del pedido sonó a un requerimiento especial: hacer recipientes en
forma del animal, al final, el invento resultó un éxito entre los niños y
adultos, por lo que la “moda” comenzó a extenderse, y curiosamente, traspasó
fronteras y el tiempo.
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