Esta tradición
mexicana ha sido parte de la cultura del país desde hace cientos de años, se
cree que fue traída por los españoles, pero tuvo su origen en China.
En el siglo XIII,
los chinos rompían con palos figuras de animales de papel rellenas con
semillas, luego las quemaban y guardaban los restos para la buena suerte.
El explorador
Marco Polo vio esta costumbre en uno de sus viajes a China… y llevó la idea a
Italia, donde se volvió popular entre la nobleza del renacimiento.
Cambiaron el papel
y semillas por vasijas de barro llenas de objetos caros, las llamaban Pignattas
y las rompían en cuaresma.
Más tarde,
llegaron a España y de ahí dieron el salto a América, en el siglo XVI, cuando
los misioneros españoles las usaron como herramienta de conversión religiosa.
La piñata
representaba el pecado y al destruirla se vencía al mal.
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